El restaurante El Tajín, dentro del Centro Cultural Veracruzano (Miguel Ángel de Quevedo 687), fue nuestro destino el día de hoy. A pesar de haber cambiado de administración, Alicia Gironella y Giorgio De'Angeli están cercanamente involucrados en la cocina del lugar. Ellos son autores del Larousse de la Cocina Mexicana y defensores de los sabores típicos. De'Angeli es promotor de la cultura Slow Food en México, por lo que hay quien considera a este restaurante como la base de dicho movimiento en el país.
Slow Food surge en Italia en 1989. En contraposición a la mejor conocida Fast Food busca evitar la homogeneización de los sabores, promover la educación del gusto, defender los métodos tradicionales de elaboración de alimentos - sin despreciar los avances tecnológicos que les sean compatibles-, proteger la biodiversidad e incentivar el interés de la población por conocer más sobre los alimentos que consume y sus orígenes, entre otras. Hubiera esperado que en el menú de este restaurante se diera un poco más de información de los alimentos; pero, el mesero no pudo aclararme siquiera si el atún que manejaban era aleta amarilla o aleta azul.
Me pareció que el menú brinda una gama amplia de opciones, por lo que me costó un poco de trabajo decidir qué pedir. Finalmente elegí los tacos de quelites, requesón y champiñones y la lengua a la veracruzana. Los tacos estaban muy ricos, aunque los champiñones opacaban al resto de los ingredientes. No hubo lengua, por lo que pedí el atún en costra de semillas. Viene sellado con una costra de ajonjolí blanco y negro y algunas semillas más, sobre una salsa de miel de maguey y habanero - tengo la impresión que tenía un poco de jugo de naranja agria, aunque el mesero afirmó que no-. Delicioso, aunque le faltaba un poco de salsa, por lo que los últimos bocados parecían un poco secos. También probé el pescado a la veracruzana y, en algún momento, creí que debí haber pedido eso.
Ya como postre una canastita de chocolate con higos y mole que no venía en el menú. Sonaba extraño y, por lo tanto, lo pedí. Si uno lo piensa mejor no resulta tan extraño, viene siendo una canasta de chocolate con chile y especias. De cualquier forma, el mole dejaba un ligerísimo sabor en la boca que resultó muy de mi agrado, aunque IZ opinara que picaba... Me quedé con las ganas de un café de olla. Sé que hay quien opina que un buen café se echa a perder añadiéndole cualquier otro ingrediente y estoy de acuerdo pero, si se trata de defender los sabores tradicionales, creo que debiera haber café de olla (con su rajita de canela, piloncillo y en olla de barro, no en olla de metal, con mucha azucar y canela en polvo como en algunos lugares).
Me gustó mucho la comida aunque hubo algún detalle, no sé cuál, que me quedó a deber un poco. Quizá el lugar me pareció poco acogedor. Faltó algo que hubiera exponenciado la satisfacción. La calidez del lugar o un toque final en los alimentos, no lo sé. De cualquier manera es un restaurante al que hay que ir más de una vez y que se encuentra dentro de los mejores de la ciudad. Pagué más de lo que calculé en un principio, pero la calidad de los alimentos lo vale.
3 comentarios:
El libro que mencionas es muy bueno en contenido, pero lamentablemente la impresión le dió en la madr* a las fotografías, los colores en las originales son de mucho mejor calidad.
El tajín es realmente bueno y sí es una pena que algunos de los meseros no estén informados sobre lo que te están ofreciendo.
Deberías de ir al Bajío original que según el chaparrito más gastronómico del mundo, Ferrán Adriá, es el mejor restaurante de comida popular en el mundo.
Lo mejor de la comida fue, definitivamente, la conversación. Nunca antes había aprendido tanto sobre costumbres populares relativas al pepo. Además, Patricio y Salvador, muy amablemente como es su costumbre, me aclararon la letra de una bella melodía que algo dice de una cucaracha.
pd. Y sí, mi pescado a la veracruzana estaba muuuy bueno.
La conversación de la comida fue, definitivamente, algo de lo que no contribuyó a acrecentar la experiencia... Nooo, no es cierto. Muy grata compañía.
Efra, sí tendré que ir al Bajío original a visitar a la Titita, ja. Fui al de Plaza Delta (sí está ahí, ¿no?), pero he oído que hay un avismo de diferencia entre ambos.
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