Fiesole

Uno de los tantos restaurantes ubicados sobre Av. Revolución, en la zona de San Ángel, es el Fiesole. Como muchos de ellos, por fuera parace ser un pequeño local que no despierta gran interés. Sin embargo, adentro aguardan cosas buenas.

Sucede algo extraño. Desde fuera parece un lugar poco atractivo. Cuando uno entra, desde arriba, parece un lugar medio mamón; pero, cuando uno baja al comedor, en lo que pareciera ser una bodega subterranea, uno se siente en un buen y agradable sitio.

Fui dos veces en menos de dos semanas. Ambas muy bien acompañado. La primera vez probé una ensalada con espárragos y portobello, un gran trozo de carne y un poco del carpaccio de res que pidió M. La segunda vez, con menos hambre, repetí el carpaccio.

Aunque todo esto resulta muy rico, especialmente el carpaccio, lo que uno debe pedir aquí son pizzas. Tienen un horno especial justo junto a la puerta de entrada, para invitar a quien por ahí pasa. Hace mucho tiempo que no pruebo una pizza en este lugar, por lo que no podría recomendar una.

Es un gran lugar para ir a platicar, extender la comida o la cena con una copa de vino o un café. El único inconveniente es que uno termina pagando más de lo que imaginaría al entrar. Unos $350 pesos debe ser el promedio (comiendo bien y sustancialmente).

Abrieron una nueva sucursal en Polanco, sobre Masaryk. Habrá que visitarla, aunque dudo que resulte más acogedor que el de San Ángel.