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Aquí pasé un buen número de horas de las tardes (también de las mañanas) de mi época preparatoriana. Cada ida a Coyoacán era un pretexto para ir al billar. Hace tiempo no iba y volví hace un par de días.
Seguramente no es el billar más bonito, más fashion, más profesional, más amable, etc., etc., etc. del D.F. pero es un espacio tranquilo y sin ruido. Por esto último me gusta más que billares/bares donde la música a todo volumen aturde tu mente mientras intentas jugar. Aquí se va a jugar y punto. No hay comida (bueno sí, sopas maruchan y papas fritas) y no hay cervezas. Está prohibido ingerir bebidas alcohólicas, cruzar apuestas, usar lenguaje soez... casi todo está prohibido, pero es El Recreo y está convenientemente ubicado a espaldas de la iglesia de Coyoacán.
1 comentario:
¡A mí me gusta mucho!
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