viernes, 19 de diciembre de 2008

Mercado de San Juan









Hoy gasté toda mi quincena en San Juan. Me resulta imposible ir a un mercado y no querer comprar un poco de todo. Si se trata de San Juan es aún más difícil...


De niño iba muy seguido con mi padre. Me parecía lejísimos. Me sigue pareciendo lejísimos si voy en auto, por eso mejor voy en metro hasta Salto del Agua y camino unas cuadras hasta el mercado (o se puede ir a Bellas Artes o Hidalgo y caminar algunas cuadras más). Hace años no iba pero aún recordaba la rutina: pescado en El Puerto de Santander (la señora parece no envejecer nunca, es su hijo quien envejece más rápido), quesos en La Holandesa (no sé por qué no ibamos a la Jersey si era más famosa), gusanos de maguey y escamoles con una señora en la orilla y fruta con un par de viejitas que siempre cobraban más caro que el resto (mi padre, al igual que yo, tenía una debilidad por comprarle a las viejitas).

Casi todo el ritual se repitió, aunque fui también por una pierna de cordero a El Pastorcito. Después pasé a La Holandesa por el queso de cereza que desde hace años ama mi madre (me sorprendió que siguen sin aceptar tarjeta de crédito). Fui por un poco de atún y por unos filetes de lobina. Después exploré un poco el mercado hasta regresar a La Jersey, donde comí una tapa de sobrasada con chorizo de pamplona. ¡Por algo así como 45 pesos te dan una tapa, un postre delicioso (mascarpone con miel y nuez, pero insisto en que, aunque distinto, sabe mejor con gorgonzola y pera) y vino, agua o refresco! Finalmente fui al puesto de la esquina, junto a la virgen, por pistaches. Éste último es un puesto de frutos secos y nueces donde me dijeron que tenían el pistache más fresco.

Ya de salida me topé con una maravilla que se encargó de dejarme sin dinero para el estacionamiento (por suerte encontré a una conocida que me prestara para salir): uno de los puestos de comida oaxaqueña. Originalmente iba a comprar chocolate Mayordomo (ese del que se rumora que Ferrán Adriá compra para sus platillos) pero vi que tenían chapulines al mojo de ajo (no los había visto fuera del mercado de Oaxaca), acociles y ¡jumiles! (esos insectos que se comen vivos y que, al ser mordidos, sueltan una acidez muy particular). Terminé comprando chapulines, acociles y un quesillo traído directamente de Soledad Etla, Oaxaca (nada de imitaciones).

No es tan grande como otros mercados pero, el de San Juan, es el mercado con mejor selección del D.F. Los precios son elevados, pero hay quien opina que vale la pena por la frescura y selección, estoy de acuerdo. Desde alimentos chinos hasta quesos franceses pasando por el pescado más fresco y carne de cocodrilo, avestruz, tepezcuintle y todo lo que se ofrezca... No sé por qué había dejado pasar tantos años desde la última vez que fui. Definitivamente ire más seguido (con dinero).

5 comentarios:

Unknown dijo...

Yo también soy cliente frecuente del mercado, especialmente para comprar pescados y mariscos.
La tradición familiar brasileira es ir a comprar también harina de mandioca de la mejor calidad y con suerte un frasquito de aceite de dendé.

puedes invitarme de excursion!

Ysusi dijo...

No tengo idea para qué se usa el aceite de dendé... Ahora tendré que averiguarlo.

Te invitaré la próxima vez que vaya para allá.

Vamos uno de estos días a las tortas Don Polo, muy cerca de tu casa. No voy desde que era chico y no entendía la fama del lugar.

Carlos Martínez Velázquez dijo...

Igaulmente me encantan las delicias que se venden en dicho mercado, en mi caso no hay tradición familiar debido a que no soy nativo de esta caótica ciudad. Sin embargo, debo decir que por más originales que sean los productos Oaxaqueños no hay como los que se venden por allá, propongo entonces una excursión a Oaxaca

Sebastián L. González de Cosío dijo...

Estimado Cófrade:

Estoy francamente realizado por haber encontrado entre la confusión de la sociedad contemporánea o un grupo que sigue disfrutando del arte del buen comer en vez de dejarse esclavizar por el arte de nutrirse.

Me parece que habría que visitar la Fonda de Don Chon en el centro histórico de ésta ciudad capital.

Sabores prehispánicos con marcos actuales, sabores raros y fantásticos que pasan desde la torta de hueva de mosquito en mole poblano hasta el jabalí o la pierna de venado al axiote.

Abrazo y felicidades.

Ysusi dijo...

Sebastián.
Muchas gracias por tu comentario. A mí también me da mucho gusto cada que conozco a gente que disfruta comer bien tanto como yo.

He ido al Chon y me pareció que ya no preparaba los platillos exóticos que alguna vez lo hicieron famoso. Sin embargo, sin duda vale la pena probar algunas de las cosas que mencionas. De hecho, espero regresar pronto.

Un abazo