jueves, 1 de enero de 2009

Viña Gourmet y Secreto Gourmet






Hace ya mucho tiempo que conozco Viña Gourmet y cada vez que voy parece no haber cambiado en lo más mínimo. Un espacio pequeño con un montón de cosas apretadas donde uno puede encontrar desde maravillosos vinos, quesos y patés hasta latería de relleno. En mi opinión podrían quitar un 25% del inventario y nadie se quejaría. Sin embargo, hasta hace poco tiempo era la única opción en esta zona de la ciudad (está en el centro comercial Santa Teresa, por el Pedregal) para comprar productos de este tipo.

Tienen, como ya dije, muy buenos vinos, aunque se centran en las regiones típicas. Compré un 20 barrels pinot noir de Cono Sur que me encantaba hace un par de años y que debo volver a probar. Encontré también esos chocolates austriacos con la imagen de Mozart, rellenos de mazapán y pistache, que me vuelven loco y que no había visto hacía mucho tiempo en México (aunque no es mi versión predilecta la que encontré). Quesos tienen una no tan vasta pero buena selección y tienen una gama de carnes frías que al menos a mí me resulta un deleite ver.

El servicio es amable aunque por momentos la gente parezca no hacerte caso. Si pides ayuda alguien hará lo mejor posible y te darán a probar algunas de las cosas que así lo permitan (algunos de los jamones, por ejemplo). Los precios son elevados. Hay un restaurante al que he ido a comer varias veces y donde, por lo general, todo resulta de mi agrado. Hace tiempo que no voy y por ello no comentaré más al respecto.

Ahora hay otra opción para comprar alimentos seleccionados muy cerca de allí: Sud777. Edgar Núñez es el chef de este restaurante/bistro/lounge/tienda. No he tenido la oportunidad de ir, aunque he escuchado buenas cosas, por lo que sólo me refiero a este lugar por si alguien busca tiendas de ese estilo por la zona. Ire pronto.

Una tercera opción, un poco más lejos, lleva ya unos años abierta: Secreto Gourmet. En Av. San Jerónimo, junto a la gasolinería (no suena al mejor lugar para una tienda de este estilo pero, una vez dentro, uno no lo percibe). La visité mucho tiempo después de que abriera pero tengo la impresión que en un principio vendían únicamente productos de su propia marca y posteriormente introdujeron otros productos que lo ayudara a mantenerse. Quizá inventé eso pero recuerdo bien el día que pasé y habían llenado el lugar de muñecos y cosas así que la hacían parecer una tienda de tejido más que una de alimentos.

Se ubica, creo, un peldaño abajo que las tiendas arriba mencionadas. Lo que vale la pena son algunas de las salsas y aderezos elaborados por ellos y un par de cosas más, aunque le suben mucho el precio a las cosas que revenden. Los libros son carísimos, al menos uno titulado Vino costaba casi lo doble que me costó en Gandhi. Tienen cosas curiosas como dulces japoneses pero, insisto, fuera de sus mermeladas y salsas, algunas especias, los quesos y jamones y un par de extras, el resto me parece que sobra. Pasitas con chocolate, colación, nueces de la india y no sé qué tantas cosas más que tienen el mismo aspecto que las que uno puede comprar en cualquier otra tienda en la calle se venden ahí, probablemente, al doble de precio por estar en una bolsita con una etiqueta de Secreto Gourmet. Vale la pena sólo si uno vive cerca y no necesita algo muy especial. Por nada del mundo compren vino aquí, lo tienen junto a la ventana y seguramente está sobreevolucionado y horrible. Les sugerí hace ya varios meses que los movieran de ahí, fingieron hacerme caso y agradecer el comentario pero ahí siguen.

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