domingo, 29 de marzo de 2009

Le Cirque





Tuve que ir a una presentación en uno de los salones del hotel Camino Real de Mariano Escobedo. Estuvo bastante mala y terminó cerca de la hora de la comida; entonces, decidí consentirme después de tal sufrimiento e ir a comer a Le Cirque. Nunca había ido. El par de veces que mis familiares fueron yo, por una cosa u otra, no pude. Gran casualidad pues, quien no haya ido tiene hasta el 31 de marzo para conocerlo. Cerrarán definitivamente debido a vencimiento de contrato.


Primero me llevaron una pequeña bolita de risotto capeado con lechuguitas y un poco de salsa de piperade (un platillo vasco que jamás he probado). Muy bien para abrir el apetito. Pedí, como primer tiempo, un bisque de langosta perfumado. El plato caliente -bien-y la crema deliciosa, con una pequeña cola de langosta en su interior, partida en seis partes pero presentada como una sola pieza. Después pedí el robalito pochado. El pescado tenía muy buen sabor y venía acompañado de una lámina de dulce de rubarbo -al que le faltaba un poco de sabor, creo- y un raviolito de cacao que le sentaba perfecto. Para ambos platos, un poco de Chardonnay californiano.


Llegó el momento del postre. Yo recordaba que mi hermana siempre hablaba de un pastel de chocolate de ese lugar. No había muchas opciones que involucraran chocolate, osea que me decidí por un coulant de chocolate que no podría decepcionar a nadie. Un delicioso chocolate se vertía sobre el plato al partir el panquecito. Para rematar, una copa de sauternes.


El servicio impecable. Sólo había unas cuatro mesas ocupadas, no sé qué tan eficientes sean con más gente Muy amables, aunque tuve que gastar todo mi sueldo del mes para pagar. Lástima que vayan a cerrarlo. Veremos qué ponen en su lugar. Mientras tanto permanecerán abiertas las salas privadas y la cava, con más de 600 etiquetas elegidas a la perfección. Las tres p's -Petrus, Pingus y Le Pin- pueden encontrarse ahí, entre cientos de otros grandes vinos.

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