Hace un par de meses abrieron este pequeño restaurante en Altavista, cerca de Insurgentes. Se trata de la primera sucursal en la Ciudad de México de este lugar, originario de Guadalajara. El concepto es atractivo y, si no me equivoco, el primero -o de los primeros- en su tipo: ingredientes frescos que dan origen a un número limitado de platos del día cuyas porciones restantes se van borrando del pizarrón que sirve de menú.
Mentiría si pretendiera acordarme de lo que pedimos luego de tanto tiempo. Sólo recuerdo que el atún sellado que pedí, en una salsa de wasabi (que por lo general no me gusta), estaba realmente bueno y que el plato que pidió I no resultó maravilloso.
Algunas opciones de la carta se antojan mucho. Tienen un steak de carne kobe -seguramente americano y no japonés- que no probé ese día por no desembolsar su alto costo, lo que refleja dos características del lugar: presuntuoso y caro.
Vale la pena ir a conocer el lugar por el concepto y los alimentos, pero su precio y aires de grandeza impiden que se vuelva una visita frecuente.
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